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Diario

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Morroco



Casablanca (ver en mapa)

22/03/2007:
Casablanca,+mezquita+de+Hassan+II Casablanca,+mezquita+de+Hassan+II Casablanca,+mezquita+de+Hassan+II También+Casablanca Casablanca,+Ayache


Antes de encontrarnos con Ayache hemos visitado la enorme Mezquita de Hassan II, la tercera mayor del mundo, construida a finales de los años 80. También debe ser una de las más costosas porque, según el guía, costó 700 millones de dólares. En cualquier caso, con el minarete de 200 metros de altura, es el edificio religioso más alto del mundo. En su interior y en la explanada de delante caben hasta casi 200.000 personas, que realmente se llenan durante las plegarias del mes del ramadán. El impresionante interior de la mezquita es lujo por todas partes, trabajado por 10.000 artesanos de todo Marruecos. Lástima que el guía no te deje disfrutar los detalles, porque la siguiente visita entra en una hora, antes que se obra la mezquita para los creyentes. La visita sigue por la sala de abluciones, bajo la mezquita, y los baños, que no se han utilizado nunca por temas de seguridad.

Al mediodía nos encontramos con Ayache en el centro. Subió a la autocaravana y nos guió hasta su casa, una barriada bastante alejada del centro. Durante el camino atravesamos barrios de casas ricas y barrios de barracas, aunque en ambos casos, las antenas parabólicas no faltaban nunca en los tejados.

Ayache y su madre viven en un apartamento de sólo dos habitaciones, ya que cuándo su padre murió, los hijos de la otra mujer del padre se quedaron la parte mayor de la casa original. Nos descalzamos en la cocina y pasamos al comedor, que de noche se convierte en habitación. En el comedor, sobre una gran alfombra de tonalidades azules, había tres sofás rojos en torno una pequeña mesa redonda. Al sentarnos en el sofá, nos fijamos en el techo, exquisitamente decorado con flores y figuras geométricas cortadas en relieve. En las paredes había flores de plástico colgadas y al otro extremo del comedor un gran armario con algunos ositos de peluche y unos libros encima.

La madre, con la cara cansada - Ayache nos ha explicado que estaba enferma - y un tatuaje en la barbilla - señal que había estado casada -, ha traído una cazuela inmensa de cuscús que ha dejado al centro de la mesilla. Sobre el cuscús había un montón de vegetales hervidos y algún corte de carne que sobresalía debajo. Ayache ya nos había advertido que el cuscús se come con la mano - la derecha - y así hemos empezado a hacerlo, aunque las dos anfitrionas conseguían aprestar el cuscús con los dedos creando una bola que a continuación se comían, y en cambio, yo y Alexandra teníamos que aspirar el cuscús que se nos caía de las manos para poder saborearlo, que por cierto, estaba delicioso. La prueba es que Alexandra ha comido con ganas. Otro pequeño problema de comer el cuscús con las manos era que éste quemaba y mientras nosotros dejábamos escapar algún grito o conseguíamos controlar el dolor, las anfitrionas lo engullían sin notar la temperatura. En cualquier caso, la experiencia ha sido inolvidable y la repetiríamos si volviéramos a tener unos anfitriones tan amables.

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Hemos tomado el pulso al mundo con Ayache que ha opinado que el principal problema del mundo es la guerra, la solución sería entendernos los unos con otros y no fabricar más armas. Ella puede aportar paz ayudando su entorno y rogando a Dios que detenga la guerra. El principal problema en Marruecos es el terrorismo que está naciendo entre algunos jóvenes pobres. Ella está totalmente encontra y cree que los terroristas no se pueden considerar musulmanes porque el Islam es paz. Se tendrían que crear asociaciones para educar a esta juventud. Ayache se considera feliz porque puede dormir y porque ella es una persona buena y pura, con una buena relación con Dios. Ella es más feliz cuando seca las lágrimas de un niño o ayuda a los otros. Así pués, el secreto de la felicidad es ayudar a los otros, porque no puedes ser feliz si ves tu entorno sufriendo.




Marrakech (ver en mapa)

24/03/2007:
Marrakech,+Jemma+el+Fna Marrakech,+Despertar+al+Riad+Kenza Marrakech,+Riad+Kenza Marrakech,+Riad+Kenza Marrakech,+Riad+Kenza
Marrakech También+Marrakech Marrakech,+zoco+de+las+babuchas Marrakech,+Jemma+el+Fna
Marrakech,+Jemma+el+Fna Marrakech,+Jemma+el+Fna    


Una vez más - pero esta vez de manera especial - hemos sido recibidos con gran hospitalidad. Yassime de Rabat nos había dado el contacto de una amiga suya en Marrakech, Hafsa, que regentaba un Riad, un hotel tradicional. Llegamos el jueves a la noche a Marrakech y a pesar de estar prohibido dormir en la autocaravana en la ciudad dormimos en una aparcamiento vigilado. Al día siguiente por la mañana enviamos un mensaje al móvil de Hafsa y ella nos llamó en el instante. Nos dio la bienvenida en Marrakech y nos invitó a pasar los días que quisiéramos en su RIAD, aunque ella no estaría en Marrakech hasta el domingo. Nos dijo que su padre, Miloud, nos esperaría y que estaría muy contenta si aceptáramos su invitación.

Aceptamos agradecidos y nos dirigimos al Riad, escondido en una callejuela próxima a una de las grandes arterias de la ciudad. Miloud nos abrió y nos ofreció un té tradicional mientras nosotros nos paseábamos maravillados por la sala principal del Riad. Toda la sala estaba decorada exquisitamente, exactamente como una turística madraza o mezquita. El suelo estaba engalanado con alfombras; en los alrededores de la sala había confortables sofás con pequeñas mesas en frente, de madera ricamente grabada y trozos de hueso incrustados; la pared se alzaba cubierta de baldosas de figuras arabescas y a media altura empezaba la verdadera obra maestra: la pared restante y el techo estaban espléndidamente esculpidos con las formas geométricas y dibujos más variados llenando cada centímetro cuadrado donde la vista se dirigiera. Después de tomar el té dudando de si realmente habíamos sido invitados, Miloud nos mostró la que sería nuestra habitación, en el primer piso, desde el cual se podía contemplar la sala principal detrás de unas bonitas barandas madera. La habitación era más sencilla, pero no por eso menos confortable y enseguida nos sentimos como casa.

Hoy por la mañana, después de pasar la primera noche en el riad, Miloud nos ha ofrecido un delicioso desayuno, incluyendo té, café, leche, croissant, crepes, pan, mermelada, miel, mantequilla ... Ante esta maravilla de mesa, hemos vuelto a susurrar entre nosotros si realmente estábamos invitados o eso formaba parte de algún truco marroquí, para llevar turistas al Riad y después hacerles pagar. Finalmente nos hemos convencido de que realmente estábamos invitados y que simplemente estábamos saboteando la famosa hospitalidad magrebí.

Aparte de disfrutar de este espléndido alojamiento estos dos días los hemos aprovechado para visitar esta bella ciudad marrón anaranjada. Sólo de salir a la calle te das cuenta de que Marrakech es diferente a las otras ciudades marroquíes, y asimismo lo deben considerar los millares de turistas que llenan las calles. Es una gran ciudad espaciosa, limpia, con palmeras alzándose por encima los terrados, con unas altivas murallas rodeando una enorme medina, de la cual hasta ahora sólo hemos visitado la parte más comercial, los zocos y la famosa plaza de la cual Jemma el Fna.

Los zocos de Marrakech son los más elegantes de los visitados hasta ahora, quizás demasiados turísticos y menos tradicionales que los de Fez, pero definitivamente atractivos, tanto que difícilmente podía sacar Alexandra fuera de éstos. Al final, hoy hemos decidido que yo la esperaba en la terraza de un café que dominaba la plaza Jemma el Fna mientras ella seguía el paseo por los zocos en busca de unos zapatos. La plaza Jemma el Fna es considera uno de los espectáculos más fascinantes de mundo, a todas horas hay movimiento y música, música estridente de trompetas de los encantadores de serpiente y rítmica de los tambores de los bailadores. La multitud deambula arriba y abajo, entre las paradas que venden zumos de cítricos (mucho más caras que diez años atrás), los restaurantes que cocinan carne en la brasa o hervida, las paradas de los ungüentos milagrosos, las brujas que adivinan el futuro, las bereberes que pintan las manos con henna, los charlatanes o verdaderos actores de teatro, los vistosos vendedores de agua, las otras paradas de ropa y objetos tradicionales o turísticos que te introducen en los zocos. En todo este desconcierto, la música sólo ha parado de repente unos momentos, justo antes de que sonaran las primeras notas de la plegaria de una mezquita próxima, pero transcurridos por estos instantes de tranquilidad, el caos ha vuelto a gobernar el ambiente.



26/03/2007:
Marrakech,+Desayuno+en+Riad+Kenza Marrakech,+palacio+de+la+Bahia Marrakech,+palacio+de+la+Bahia Marrakech,+palacio+de+la+Bahia Marrakech Marrakech
Marrakech,+zocos Marrakech,+zocos Marrakech,+zocos Marrakech,+Jemma+el+Fna Marrakech
Marrakech,+Riad+Kenza      


La Hafsa no pudo venir el domingo ni hoy tampoco, de todas maneras, esta noche, al comentar a Miloud que mañana por la mañana nos marcharíamos, me he asegurado de que realmente habíamos sido invitados - nos costaba entender que pudiéramos haber sido acogidos en un hotel tan encantador. El hijo de Miloud, Tarik, también estaba y como él hablaba inglés le he preguntado sobre el riad. Me ha explicado que el riad fue construido hace unos 40 años por su abuelo. Durante estos años, el riad ha estado su casa: dormían en el primer piso y cocinaban y comían en el segundo. La sala de la planta baja, la que tiene la decoración más exquisita, sólo la utilizaban para reunir a la familia y los amigos. El padre, Miloud, era inspector de policía en la sección de estupefacientes - ahora circula menos droga que antes me ha contestado a una pregunta - pero hace un par de años se retiró y decidieron convertir su casa, el riad, en un hotel. Conociendo la historia me ha estado más fácil aceptar la invitación, al fin y al cabo habíamos estado alojados en su casa. De todos modos, sintiéndome en deuda con la familia Sraidi publicaré sus datos de contacto para si alguno de los lectores del diario está interesado en hospedarse en su Riad:
Riad Kenza
Rue Yougoslavie, 84 - Gueliz - Marrakesh
Membrana: +21224448686 Fax: +21276754716
Mail: ryadkenza@hotmail.com

Hoy ha soplado bastante viento, un viento que levantaba un polvo fino que te cegaba - hemos cruzado los dedos para no encontrarnos con ninguna tormenta de arena en el desierto -, así pues no hemos paseado mucho, en cambio ayer recorrimos una parte de la medina que todavía no habíamos visitado, al sur de los zocos y de la plaza Jemma el Fna. En esta zona hay diversos palacios que se pueden visitar. Nosotros visitamos el palacio de la Bahia (o de la bella según la traducción), y aquí tendría que volver a escribir por enésima vez que el palacio no tenía nada de envidiar del Alhambra o de los otros fabulosos monumentos visitados a posteriori. El palacio de la Bahia es un edificio enorme con espléndidas salas repletas de relieves caligráficos y geométricos cubriendo las paredes y vistosas pinturas en la madera del techo, por lo tanto, que quede escrito de una vez por todas que me equivoqué cuando al visitar el Alhambra escribí: "no creo que estos increíbles detalles del arte islámico los volvemos a ver a menudo en el Marruecos o en el África negra".




Telouet (ver en mapa)

27/03/2007:
Camino+a+Ouarzazate Camino+a+Ouarzazate Camino+a+Ouarzazate Camino+a+Ouarzazate Telouet
Telouet Telouet    


Hemos salido de Marrakech en dirección a los Atlas, con la intención de cruzarlos y llegar a Ouarzazate, una ciudad del desierto. A medida que nos acercábamos los hemos empezado a discernir, bastante nevados. La carretera ha abandonado la rectitud de la plana y ha empezado a curvándose enfilando un valle, verde cerca de las aguas del río y seco a más altitud. La temperatura a fuera de la autocaravana ha ido descendiendo mientras nosotros seguíamos ascendiendo, atravesando pequeños pueblos y más arriba, pasando de largo los vendedores de piedras que nos hacían señales para que paráramos. Nos hemos detenido en un rellano para hacer algunas fotos y entonces se nos han acercado unos vendedores de piedras que nos han mostrado su material, piedras volcánicas que habían cortado por la mitad mostrando su interior cristalino de colores intensos y brillantes: verde, rojo, gris ... Mientras subía al coche, los vendedores me iban cantando los precios de las piedras a la baja, como en una subasta, hasta que al final nos han preguntado si teníamos alguna cosa para cambiar. Les he ofrecido unas gafas de sol, que la ONG CCONG nos había regalado, y después de negociar un rato hemos acabado cambiando cinco gafas por una bonita piedra negra con unos relucientes cristales grisáceos en el interior. Bastantes curvas más tarde, hemos llegado al puerto de Tizi N’Tichka, de 2260 metros de altura, con grandes clapas de nieve en las montañas de los alrededores. Hemos seguido la carreterita de bajada y pocos kilómetros más tarde nos hemos desviado a la izquierda, por un camino asfaltado, que se dirigía hacia Telouet.

Al cruzar el primer pueblo me he parado a hacer una foto y un grupo de niños se han acercado tímidamente pidiendo cualquier cosa, signo que el camino es frecuentado por turistas y que los niños están acostumbrados - si lo piden insistentemente - a recibir caramelos u otros regalos insignificantes. Nosotros no hemos querido ser menos y hemos sacado una caja de rotuladores que CCONG nos había dado para repartir por el camino. He entregado la caja de rotuladores al niño mayor explicándole que los tenía que repartir entre los diez niños reunidos. Pero Alexandra no se ha fiado y prefería que los repartiéramos nosotros mismos. Entonces he llamado al chico y le he reclamado que me devolviera la caja, que lo ha hecho de mala gana. Entonces hemos abierto la caja y hemos sacado los 30 rotuladores que había, momento en que todos los niños se han apilado en las dos ventanas alzando las manos para conseguir alguno de los rotuladores. Hemos intentado repartirlos con equidad, pero cuando ha acabado la caótica distribución y los niños se han agrupado para evaluar las ganancias, nos hemos dado cuenta de que algunos niños habían conseguido unos diez y otros ninguno, algunos de los cuales lloraban. Demasiado tarde. Hemos intentado explicar a la niña que tenía más que los tendría que repartir y ha parecido adquirir el compromiso. De todos modos nos hemos marchado antes de que se arreglaran las cosas. Espero que la sangre no llegara al río, porque éste parece un caso perfecto para explicar que la buena fe sin inteligencia puede empeorar las cosas.

Finalmente hemos llegado a Telouet, un pequeño pueblo donde hay un gran palacio que fue habitado por "el último señor del Atlas" territorio independiente antes de la constitución de Marruecos, no es de extrañar pues, que la actual dinastía del país tenga en el olvido este palacio que de todos modos todavía se conserva suficiente bien. Hemos aparcado la autocaravana en el pueblo en una plaza al lado de otra autocaravana francesa, y me he dirigido a pie al palacio, atravesando campos y un pequeño río. He cruzado unos arcos medio destruidos y en una plaza interior me he encontrado al guardián, a quien he comentado mis intenciones de visitar el palacio. Me ha mirado para adivinar cuánta propina le daría y entonces, con los gestos cansados ha cogido una clave enorme, de un palmo y medio, y ha abierto la puerta principal del palacio. Me ha explicado brevemente la antigua utilización de las diferentes estancias que íbamos cruzando, hasta que hemos llegado a las increíbles estancias que mostraban el esplendor con que vivía el pachá. El guardián simplemente me ha comentado que habían trabajado hasta 300 artesanos y se ha sentado en un rincón esperando que yo acabara mi sesión fotográfica.




Ouarzazate (ver en mapa)

29/03/2007:
Telouet Telouet Telouet Atlas Atlas
Aït+Benhaddou Aït+Benhaddou Ouarzazate,+la+Kasba+de+Taourit Ouarzazate,+la+Kasba+de+Taourit Ouarzazate,+la+Kasba+de+Taourit
Ouarzazate,+Omar     


El sol se despertó radiante y yo también, con ganas de caminar por los alrededores de Teuloet para hacer algunas fotos. Había un pequeño mercado de ganado en el pueblo y algunas paradas de vegetales, donde compré unas verduras muy económicas, aunque me intentaran enredar con la suma. Al volver a la autocaravana desperté a Alexandra y después de desayunar y de escribir un poco salimos hacia Aït Benhaddou, un magnífico Ksar situado a pocos kilómetros al norte de Ouarzazate. Aparcamos en un mirador antes de entrar al pueblo, desde el cual se disfrutaba de una privilegiada vista sobre las terráqueas murallas y viviendas del Ksar. Pero mientras comíamos empezó a soplar un fuerte viento levantando gran cantidad de polvo y decidimos visitar el Ksar pasados dos días, a la salida de Ouazazate.

Los pocos kilometros que separan Aït Benhaddou de Ouarzazate fueron fantasmagóricos, el polvo que levantaba el viento tapaba todo el horizonte e incluso la luz del sol. Fuera, el aire era irrespirable, dejándote la boca pastosa de la arena en pocos segundos. Por lo tanto decidimos postergar la visita a Ouarzazate y adelantamos el encuentro con Omar, que habíamos contactado a través de Internet.

Omar nos había enviado la dirección de su casa a través de Internet, pero esta dirección sólo constaba de una línea, de un nombre de calle sin ningún número u otra indicación. Dimos diversas vueltas por Ouarzazate preguntando la situación de la calle hasta localizarla, entonces preguntamos a un hombre delante de una tienda si sabía dónde vivía Omar. Se pensó un rato a qué Omar nos deberíamos referir y acto seguido nos acompañó a una casa, donde una mujer - su madre - nos comentó que Omar estaba en el Cibercafé. El hombre nos acompañó y allí conocimos Omar, un chico muy risueño y afable.

Omar vive en una casa sencilla pero grande, con su padre y su madre. No trabaja porque no encuentra trabajo de lo que querría y por eso se pasa todo el día conectado a Internet, haciendo amigos e incluso recibiendo proposiciones de matrimonio. Mientras tomábamos un té delicioso, nos explicó que una mujer suiza de 44 años le propuso una boda, pero él, a pesar de la ventaja de los papeles, lo rehusó porque prefiere casarse con una chica más joven. También hablamos de otros temas, un poco de todo, pero sin entrar en profundidad en ningún punto, como si Omar no quisiera comprometer su opinión. Pasado un buen rato agradecimos la conversación y nos dispusimos a marcharnos, pero Omar nos comunicó que su madre estaba cocinando cuscús y nos suplicó que nos quedáramos a cenar.

El padre de Omar se sentó con nosotros. Omar vino de la cocina con una gran tetera y una palangana de metal y tiró agua caliente sobre las manos de su padre. Después nos las lavamos nosotros de la misma manera. Al terminar, Omar volvió a la cocina y volvió con una gran plata de cuscús y verduras y tres cucharas. El padre empezó a comer con la mano derecha, yo lo imité, pero Alexandra y Omar prefirieron utilizar la cuchara. Esta vez, moviendo los dedos con más destreza conseguí crear bolas de cuscús más compactas que me ponía en la boca sin dejar caer casi ninguna migaja. Nos atiborrar bien , porque el cuscús estaba delicioso, y al acabar sí que nos despedimos hasta el día siguiente.

Esta mañana hemos visitado la Kasba de Taourit, otra suntuosa residencia del mismo pachá del palacio de Teulouet. El edificio, construido a base de tierra, piedra, paja y madera, se alza unas cuatro plantas, con salas sencillas y otras que recuerdan los otros palacios visitados. En torno a la residencia hay un bonito barrio construido también a base de tierra rojiza por el cual también hemos paseado guiados por un chico un poco atrasado que se ha empeñado en acompañarnos.

Por la tarde nos hemos ido a conectar a Internet y allí nos hemos encontrado Omar. Hemos estado trabajando un buen rato on-line y después Omar nos ha vuelto a invitar a su suya, pero hemos rehusado agradecidos, explicándole que queríamos ir a dormir a Aït Benhaddou para visitarlo mañana por la mañana y marcharnos temprano hacia la siguiente destinación: los Anti-atlas.

Todos los lugares visitados hasta ahora en Marruecos los había visitado unos diez años atrás, pero a partir de mañana empezaré a adentrarme en tierras inescrutables. Y es curioso, si al principio explicaba que iniciaba la aventura sin demasiada emoción, como si eso de viajar se estuviera convirtiendo en una rutina, esta noche, dirigiéndonos hacia Aït Benhaddou se me ha apoderado por primera vez en esta segunda etapa, de la emoción de estar a punto de cruzar por una puerta hacia el desconocido.




Tata (ver en mapa)

30/03/2007:
Aït+Benhaddou Aït+Benhaddou Aït+Benhaddou Anti-Atlas Anti-Atlas Tata


Me he vuelto a levantar temprano y con energía, y he salido a hacer fotos con la luz del sol matinal, con el pueblo todavía despertándose. Al enfocar a la cámara hacia el gran Ksar encaramado en una colina, un niño se me ha acercado y me ha empezado a hablar en un francés pobre como el mío. No me ha pedido guiarme, pero me ha ido acompañado todo el rato e incluso me ha recomendado algún itinerario mejor al que yo escogía, como por ejemplo entrar por detrás del Ksar con el fin de no pagar la entrada. Hemos ido subiendo por pequeñas callejuelas, rodeadas de casas del suelo rojizas, la mayoría en escombros y unas pocas habitadas. Al bajar de la cima de la colina, el niño me ha guiado hasta una terraza que, como el resto, era construida con barro secado sobre cañas atravesadas sobre vigas de madera. Por si acaso, he intentado levitar mientras andaba por la terraza admirando la vista. Al volver al pueblo al otro lado del río he dado unas pocas monedas al niño que enseguida ha desaparecido, seguramente en busca de nuevos turistas.

Nos hemos marchado hacia el nuevo destino (Tazenakht, Foum-Zguid y Tata), que no ha resultado ser tanto desconocido como me pensaba, mientras hacíamos el camino, rodeados de preciosas montañas de piedras de las más diversas tonalidades rojizas y de verdes oasis de palmeras esparcidos por el lecho de un río seco, nos hemos cruzado con decenas de motos y coches de rally y otras autocaravanas y coches locales. Al llegar a Tata hemos preguntado sobre el rally a dos belgas que estaban reparando la suspensión de su todo terreno cubierto de adhesivos y nos han explicado que estaban participando a la versión no profesional o económica del París-Dakar.

Tata es un pueblo de casas pintadas de rosa apagado y puertas y ventanas de color azul cielo, y todas ellas con pórticos de columnas con baldosas y pequeños arcos con forma de pica. Todas las chicas llevaban velo, pero vestían más diversamente y con colores más vivos, algunas incluso con pantalones y chaqueta de chándal. Mientras tomábamos un té bajo un soportal me ha sorprendido la efusividad con que se saludaban dos chicas, tanto que parecía que se acabarían besando a los labios.




Guelmim (ver en mapa)

31/03/2007:
Tagadirt Tagadirt Tagadirt Tagadirt Palmeral
Palmeral Camino+hacía+el+Sahara    


Como ya va siendo costumbre, hoy me he vuelto a despertar temprano para dar un paseo matinal, esta vez acompañado de un perro, que me ha ido siguiendo todo el rato a cierta distancia y parándose de vez en cuando para rascarse las pulgas. He paseado por el lecho seco del río, por el lado de un palmeral y por el pueblo que recobraba la vida. A continuación hemos pagado el camping donde hemos hecho noche - el primero en todo el viaje - hemos seguido haciendo camino.

Hemos llegado a Akka a pocos kilometros y allí ha empezado la peripecia de encontrar una americana que se encontraba de voluntaria al pueblo, que no habíamos contactado a través de Internet con tiempo. Al final, preguntando y preguntando hemos llegado a la puerta de su casa, pero allí nos han informado de que la americana había ido a pasar el fin de semana a Tata. Mala suerte. De todos modos he aprovechado para visitar Tagadirt, un oasis cerca de Akka. El Alex se ha quedado a la autocaravana, por que a pesar de que le entusiasme viajar también es muy casera, y muchas veces prefiere restar relajada a nuestra pequeña y confortable casa con su elefante de peluche, Tuki.

En Tagadirt unos chicos me han seguido interesados y me han acabado acompañando y guiando por el inmenso palmeral - el jardín, que decían ellos - y por el pueblo que se subía a una colina, con casas de piedra y barro, muchas de las cuales viejas y en escombros. Los niños, con un francés un poco más me rico que el mío me iban nombrando peculiaridades que nos íbamos cruzando y que podían ser de mi interés: "el gato", "las mujeres", "la casa", "el jardín de la casa","la pelota", "los niños pequeños" ... Cuando nos cruzábamos otro grupo de niños, éstos me miraban con sorpresa y acto seguido exclamaban: "bon jour, bon jour!!.

Hemos seguido la marcha y hemos parado a comer a la sombra de una palmera, en uno de los pocos oasis cada vez más dispersos en estas áridas tierras. Mientras pelábamos las patatas, judías y zanahorias a cocinar, se han acercado unos chicos que mirándo la autocaravana como si fuera una nave espacial. Nos hemos saludado con un "bon jour" y se han quedado observándonos a cierta distancia a través de la ventana. Entonces se ha acercado un chico mayor que nos ha explicado que quería ir a Francia para estudiar Derecho y que estaba intentando que una ONG la ayudara en este sentido. El chico mayor se ha marchado y hemos empezado a comer mientras los otros chicos se sentaban en el suelo leyendo los logotipos de los sponsores de la autocaravana. Cuando todavía no habíamos acabado de comer los chicos han perdido la timidez y nos han empezado a pedir bolígrafos, caramelos, pelotas, fruta ... Al final, Alex ha repartido unos caramelos. Mala idea, porque enseguida han llegado nuevos niños pidiendo más caramelos. Nos hemos negado ya un poco molestos. Entre los chicos había uno que parecía el más comprensivo, se me ha acercado y me ha preguntado si quería zanahorias. He asentido y contento se ha marchado con la bicicleta y ha vuelto en un momento con un manojo de zanahorias terrosas bajo la camiseta. A cambio, y sin que se lo esperara, le he regalado unas gafas de sol que se ha guardado alucinando.

Por la tarde hemos puesto la directa y con el sol poniente hemos llegado a Guelmim, una ciudad con un centro hirviendo como no habíamos visto desde Marrakesh. Hemos aparcado en una gasolinera, he salido a ver a un partido de liga del Barcelona - parece mentida que el fútbol sea uno de los pocos vínculos que todavía me unen a mi tierra - y acto seguido nos hemos puesto a dormir.




Laayoune (ver en mapa)

02/04/2007:
Camino+hacía+el+Sahara Camino+hacía+el+Sahara Camino+hacía+el+Sahara Camino+hacía+el+Sahara Laayoune
Laayoune Laayoune Laayoune+con+Fadel+i+Nordin   


Salimos temprano de Guelmim en dirección al suroeste, por la carretera principal del Sur del Marruecos que se dirige hacia Mauritania cruzando el Sahara Occidental. Las montañas del Anti-Atlas que los días anteriores recortaban el horizonte desaparecieron y nos encontramos en medio de una árida planicie, con matorrales creciendo entre las rocas y muy de vez en cuando un minúsculo campo verde cultivado. Esporádicamente, algún rebaño de cabras o camellos pacía entre los matorrales. A medida que avanzábamos paralelos a una línea de alta tensión que se dirigía en la misma dirección, nos cruzamos con unas cuantas dunas claras, un par de blanquísimos mares de sal, remolinos de viento que levantaban circularmente cualquier granito de arena que encontraran. Por la carretera también nos íbamos cruzando con bastantes autocaravanas, casi siempre de franceses, con unos pocos pueblos rosados y unos más frecuentes controles de policía y militares que por norma nos saludaban y que nos dejaban pasar.

Teníamos intención de entrar en el Sahara Occidental y de llegar por la noche en Laayoune, donde habíamos contactado con un amigo, pero por la mañana, al pararnos a mear, nos dimos cuenta de que una cañería del agua de la autocaravana se había roto y tardé bastante rato reparándola de una manera ingeniosa. Así pues, al reanudar el camino lo hicimos con unas tres horas de retraso, haciéndose oscuro poco antes de llegar un pequeño pueblo nombrado Tarfaya, donde hicimos noche.

Hemos llegado a Laayoune y he llamado a Fadel desde una cabina de teléfono y al cabo de poco se ha presentado con su mejor amigo, Nordin, en la moderna y espaciosa plaza donde habíamos aparcado. Hemos ido a tomar un café con leche en un bar próximo y allí hemos empezado a hablar de la situación del Sahara Occidental. Fadel es saharaui, es a decir, descendiente de los nómadas que antiguamente habitaban la región, y nos ha explicado que las principales fuentes de riqueza son la pesca y los fosfatos que se extraen de una mina cerca de Laayoune. De todas maneras, al preguntarle si el Sahara Occidental podría subsistir como país si consiguieran la independencia explicó que quizás serian más pobres, pero podrían conservar la cultura. En cualquier caso, aunque Fadel abogara por la independencia, ésta no parecía posible, porque actualmente la región está habitada por 200.000 marroquíes llegados recientemente enfrente de 40.000 saharauis, a los que se tendría que sumar 60.000 refugiados en Argelia y pertenecientes al Frente Polisario. Fadel siguió explicando que las Naciones Unidas hace 16 años que están presentes en la zona - y efectivamente se ven bastantes todo-terrenos por la ciudad - pero todavía no se ha encontrado la solución al conflicto. Nordin hizo un discreto comentario en árabe a Fadel y bajando la voz, Fadel nos expuso que sería mejor cambiar de tema, porque estábamos en un local público y si la policía lo pillara hablando de independencia podía tener que enfrentarse a una pena de prisión. A al salir del local me interesé por Nordin, que me explicó que era hijo de un Marroquí que participó en la "marcha verde" en la que Marruecos se apropió del Sahara Occidental pacíficamente. De todas maneras sus opiniones eran muy abiertas y no mostraban preferencia por ningún bando. Por otro lado, también comentó, que tal como demostraba su amistad, las dos comunidades viven pacíficamente.

Fadel y Nordin nos llevaron a conocer la ciudad, antiguamente erigida por los Españoles, tal como lo muestra una iglesia de paredes rosadas que se conserva magníficamente. La visitamos por dentro y allí nos recibió un cura que nos mantuvo entretenidos un buen rato con su historia. Seguimos la visita por callejuelas delimitadas por antiguas barracas del ejército actualmente convertidas en habitáculos y finalmente los dos nos invitaron a comer en un sencillo restaurante. Aceptamos agradecidos, pero por la tarde nos supo mal haber aceptado, al conocer el salario que ganaba Fadel: unos 2,5 euros al día atendiendo diez horas un cibercafe. Fadel y Nordin compartieron un estofado de camello, yo lo probé y la carne estaba mucho tierna y buena. A continuación Fadel explicó que su hermano estaba cuidando una manada de 120 camellos de la familia y que de vez en cuando recibe los beneficios de la venta de un camello, que vale unos 500 euros. Al preguntarle Alex al respecto, Fadel ha contestado que efectivamente antiguamente se regalaban dos o tres camellos para adquirir a una mujer.

Por la tarde hemos pasado un buen rato conectados a Internet desde el cibercafé donde trabajaba Fadel. Yo me he desconectado antes y he vuelto a pasear por el barrio visitado por la mañana con la intención de hacer algunas fotos. La gente que se me cruzaba me miraba extrañada, sobre todo mirándome las alpargatas que me había comprado en Casablanca. Al volver al cibercafè he preguntado a Fadel qué podía haber pasado y riendo me ha explicado que según los gustos locales mis alpargatas eran muy feas, porque provenían de Marruecos.

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Entrevisté a Fadel que manifestó que el principal problema del mundo es la guerra. Nos tendríamos que entender mejor entre religiones y culturas y crear asociaciones internacionales para vivir en paz. Él personalmente no puede hacer nada para la solución, pero sí toda la humanidad en conjunto. El principal problema de Marruecos es la falta de trabajo. Los políticos tendrían de intentar crear más posibilidades de trabajo, quizás mejorando las relaciones internacionales. Fadel se considera feliz porque trabaja, tiene dinero para vivir y vive en paz. Sería más feliz si hubiera más paz en el mundo porque el secreto de la felicidad es compartirla con los otros.

Nordin manifestó que al principal problema en el mundo es el conflicto palestino-israelí que es la fuente de muchos otros problemas. Se debería de ayudar a los dos países a solucionar sus problemas. En Marruecos no veia ningún gran problema, tampoco con el Sahara que por otro lado, quizás sólo necesita un poco más de desarrollo. Nordin es feliz básicamente porque trabaja, aunque en su entorno hay mucha gente que no lo puede ser porque no encuentra trabajo. Sería más feliz si tuviera familia con quién disfrutar de la vida y de este bonito país que es Marruecos. El secreto de la felicidad es la mujer: si tienes una buena mujer y familia serás feliz.





Mauritania

Nouadhibou (ver en mapa)

04/04/2007:
Sahara Sahara Sahara Sahara Sahara
Sahara     


Hemos estado dos días en la carretera, dejando pasar el paisaje monótono y plano, tan plano que difícilmente se podría definir dónde empezaba el horizonte. Únicamente los acantilados a mi derecha que se dejaban caerse al océano daban cierta diversidad a la vista. La temperatura se ha mantenido invariable en unos vente pocos grados, con un viento constante que el salir daba una sensación más bien de frío. Los matorrales y plantas medio secas siguieron durante todo el camino, seguramente beneficiadas de la humedad y estabilidad que aporta el océano. También se repitieron los controles de policía, pero esta vez nos empezaron a parar y a pedirnos toda la documentación. Enseguida nos dimos cuenta que simplemente requerían de un papel con todos nuestros datos apuntados y Alexandra escribió unos cuantos que repartimos ente los siguientes controles. Por otro lado, las manadas de cabras y camellos desaparecieron de nuestra vista, muy probablemente porque a lado y lado de la carretera empezamos a discernir carteles que avisaban del peligro de minas fuera del vial.

Finalmente, hoy al mediodía hemos llegado a la frontera de Marruecos con Mauritania. Hemos completado todos los trámites sin tener que dar ninguna propina, eso sí, todo con un poco de lentitud. Cuando he preguntado a un policía si había algún problema con nuestros pasaportes que se había llevado el chico me respondió que no había ningún problema, simplemente que eran muy profesionales y todo requería su tiempo.

A continuación nos adentramos en el territorio de Kandahar (denominación utilizada por Fadel y Nordin), el espacio entre Marruecos y Mauritania. La carretera asfaltada había desaparecido y delante nuestro teníamos unos tres kilómetros de un camino de rocas y arena del cual se desviaban otros falsos caminos de los cuales habíamos sido avisados. El camino - si en realidad lo era - transcurría entre diversos montones de coches desbaratados y algunos habitantes misteriosos que parecían vigilarlos. En la salida de una curva hemos descubierto en la cima de una colina una construcción de madera que hemos identificado con el habitáculo de algún bandido. Pero al camino se dirigía allí y al llegar, hemos descubierto sorprendidos que aquélla era la primera de una serie de ruinosas edificaciones que constituían la aduana. He entrado en el primer edificio donde había tres hombres preparando un té. Me he sentado a esperar en una silla que milagrosamente no se ha roto, y al cabo de un rato uno de los tres hombres se ha levantado y ha apuntado en una gran libreta todos nuestros datos del pasaporte. A continuación me ha preguntado qué tenía para regalarle y sorprendido me he sacado un paquete de tabaco que había comprado para la ocasión. Pero ha negado con la cabeza y me ha pedido alguna otra cosa: un teléfono, una radio ... Finalmente ha aceptado dos de las gafas de sol que CCONG me había facilitado con este objetivo.

En las siguientes dos barracas se ha repetido un proceso similar, pero esta vez sin entregar ninguno regalo a cambio. He pagado los 10 euros de cada visa y los 10 más del permiso del coche y hemos seguido el camino recurriendo los pocos kilómetros que faltaban hasta Nouadhibou, una pequeña ciudad la cual a simple vista ha asustado a Alexandra.



06/04/2007:
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Mauritania,+en+el+desierto Mauritania,+en+el+desierto    


El miércoles por la tarde llegamos a Nouadhibou y nos paramos en una gasolinera para preguntar por un camping, entonces, un hombre se nos acercó con uno todo-terreno estropeado y después de preguntarnos que necesitábamos nos pidió que le siguiéramos. Primero nos llevó a su casa, pero al comprobar que nuestra autocaravana no entraba en su garaje nos acompañó a dos campings que estàban un poco fuera de nuestro presupuesto. A continuación le comentamos que no queríamos pagar más de un euro por un aparcamiento de noche y finalmente nos dirigió hasta el aparcamiento ajardinado del hotel Al Jesira. Una vez situados, el hombre se sacó un faz de billetes y nos ofreció cambiarlos por euros, pero el precio que nos pedía estaba un poco por debajo de lo que nos habían comentado en la frontera. Rehusé y entonces nos ofreció un seguro por el vehículo, obligatorio en Mauritania. Le comenté que volviera al día siguiente a las dos y que hablaríamos. De todas maneras, ayer por la mañana fuimos a un banco y nos ofrecieron un cambio bastante superior. Cambiamos unos euros y volvimos bien cargados de comida a la autocaravana. Llegamos al mismo tiempo que el hombre del día anterior. Al vernos cargados ya vio que habíamos cambiado euros, pero mencionó el seguro y acepté acompañarlo. En la agencia aseguradora me ofrecieron el mismo precio que me había ofrecido otra aseguradora por la mañana, por lo tanto hice el seguro allí mismo. Mientras la chica escribía mis datos en los impresos, el hombre me miró con cara preocupada y me preguntó:
- ¿Cómo podré ganar dinero contigo?
- No lo sé - le respondí. Pero a continuación le comenté que le podía pasar bastantes contactos o promocionar su pequeño Hotel y eso pareció animarlo. Al volver a la autocaravana quedamos para ir a tomar el té en su casa, pero no volvió a pasar o, en hacerlo, nosotros estábamos fuera.

Por la tarde, al conectarnos a Internet, recibí un mail de la ONG Mediterrania-CIE (www.mediterrania-cie.org) de Tarragona que nos explicaba que tenían relación con otra ONG de Nouadhibou y que podíamos contactarles si queríamos. Era muy justo de tiempo, pero enviamos un mensaje al teléfono móvil del contacto y hoy por la mañana hemos podido quedar con Ahmed de la ONG APEA (www.geocities.org/ong_apeah/ONG_APEAH.html). Se ha presentado con un Mercedes y nos ha llevado hasta los despachos de la ONG, donde nos ha presentado a la secretaria y el secretario general, BA djibril. Nos hemos acomodado en las butacas del despacho de Ahmed y éste ha empezado presentar las credenciales de la ONG y a continuación explicar todas las acciones que estaban llevando a cabo en Nouadhibou.

Nouadhibou es la última ciudad de Mauritania antes de llegar a Marruecos. Según las noticias provenientes de España, Marruecos había cerrado las puertas a la inmigración ilegal que se colaba hacia Europa, por lo tanto, Mauritania era el país donde llegaban la mayoría de inmigrantes cegados por el sueño de Europa, y Nouadhibou la última ciudad. Ayer nos habíamos encontrado casualmente tres Guardia Civiles españoles que controlaban desde Nouadhibou que no se escapara ningún barco ilegal hacia las Islas Canarias o Europa. Así pues, no nos ha sorprendido que Ahmed nos planteara la inmigración y las adversidades asociadas como uno de los principales problemas a resolver en Nouadhibou e incluso en el mundo. Los inmigrantes de otros países Africanos pueden entrar en Mauritania sin visado, por lo tanto, no es de extrañar que 40.000 vivan actualmente en la ciudad. Muchos inmigrantes llegan siendo portadores del Sida, por lo tanto, son importantes actuaciones de formación y de distribución de preservativos, "pero disponemos de pocos medios" se ha quejado Ahmed. Por otra parte, los inmigrantes llegan con situaciones muy penosas y a veces se hace necesaria la distribución de agua o de alimentos, ayuda sanitaria, educación ... Mientras manteníamos la conversación, el Ahmed ha recibido una llamada y al colgar comentó "han interceptado un nuevo barco con 140 inmigrantes ilegales proviniendo de Senegal". En estos casos, la ONG APEAH también ayuda a los inmigrantes asistiéndolos en caso de que pidan asilo político.

Cambiando de tema, Ahmed nos ha comentado que otro campo de acción de su ONG es la preservación medio-ambiente. En este sentido, el principal problema es la contaminación del litoral, de donde se obtiene una de las principales riquezas del país, que después se exporta a Europa. Por lo tanto, "Europa y sus ONGs nos tendrían que ayudar más en este sentido, porque ellos serán los primeros en beneficiarse", ha concluido Ahmed. Le he preguntado cómo se producía la contaminación y nos ha explicado que los barcos y talleres tiran sin miramientos aceites en el océano, así pues faltaría educación. Por otro lado, Mauritania ha descubierto petróleo recientemente, extrayendo 300.000 barriles al día y ensuciando un poco más el litoral.

Nos hemos despedido poco antes del medio día de Ahmed y de BA Djibril y entonces nos hemos decidido de reanudar el camino y visitar el Parque Nacional del Banc d'Arguin, un área protegida llena de pájaros migratorios. Al salir de Nouadhibou he vuelto a recordar la definición que un francés se me había hecho de la ciudad en la Frontera del Marruecos: "Nouadhibou es una ciudad sin interés, con las calles asfaltadas y los laterales de arena". Efectivamente, eso era Nouadhibou, hirviendo de movimiento por noche y apagada durante el día, con una larga calle principal llena de comercios y de arena delante de éstos por donde pacían cabras y ovejas, comiendo papeles y la mierda de los burros; también se sentaban chicos en sillas de plástico justo delante del asfalto ofreciendo tarjetas de recarga telefónicas; los coches - estropeados casi todos - utilizaban igualmente la arena como calzada esquivando a los vendedores de tarjetas y los otros peatones. Era un espectáculo que podía llegar a acobardar y así le había pasado a Alexandra en una primera impresión. Pero hoy ya estábamos acostumbrados y hemos salido de la ciudad simplemente comentando la pobreza que nos íbamos cruzando.

En el desierto, ha empezado a subir la temperatura, hoy por encima los 40 grados y por primera vez hemos puesto el aire acondicionado: una maravilla. Hemos seguido conduciendo por una buena carretera asfaltada que cruzaba una inmensa planicie, dejando atrás algunas dunas, rocas, pequeños arbustos, tiendas y casas de madera medio caídas de vez en cuando. Con el sol cerca del horizonte hemos descubierto el cartel de la entrada del Parque, pero allí no había ningún camino, o la gran duna de delante lo ocultaba. Hemos seguido más adelante para ver si encontrábamos el camino pero delante nuestro sólo había una extensión de arena compacta y dunas. Entonces nos ha adelantado de repente uno todo-terreno estropeado haciendo sonar la bocina con insistencia y con los ocupantes - blancos - saludándonos sonrientes. Al acabar el adelantamiento nos hemos dado cuenta por el logotipo de detrás que era uno todo-terreno de "Médicos del Mundo". Hemos ido siguiendo sin perdérselos de vista y cuando al cabo de un buen rato hemos observado que se detenían en la cuneta, yo también lo he hecho y he salido a saludarlos. Eran una mujer que hacía tiempo que vivía en Mauritania y unos tres o cuatro chicos y chicas voluntarios de Madrid. Les he preguntado por la entrada del Parque y la mujer me ha informado de que se encontraba unos kilómetros antes del cartel. Entonces he vuelto a preguntar si había alguna gasolinera en los próximos kilómetros y la mujer me ha comentado que no había ninguna hasta Nouakchott, a unos 150 Km. Nosotros ya hacía un rato que íbamos con la luz del carburante encendida, por lo tanto, mientras ellos reanudaban la marcha nos hemos quedado y yo he sacado uno de los bidones de gasóleo que teníamos de reserva.

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Antes de despedirnos entrevisté Ahmed que explicó que la inmigración es el principal problema del mundo y difícilmente habrá solución, porque ésta no se detendrá. La gente seguirá arriesgando su vida para buscar una otra mejor y seguirán considerando mártires a los que han muerto en el intento. De todas maneras se tendría que educar a la gente sobre los riesgos de la inmigración. La inmigración también es el principal problema en Mauritania. Ahmed no es feliz porque ve como la gente se muere en el mar. De todas maneras, el secreto de la felicidad es Dios-Alá.

Djibril también opinaba que la inmigración era el principal problema del mundo. La solución se encontraría en el desarrollo de África a través de proyectos de las ONGs. Se tendría que destinar más dinero en este sentido. Él es periodista e intenta escribir artículos para concienciar a la gente sobre los problemas de la inmigración. En Mauritania el principal problema es la pobreza, aunque el país sea rico en pescado, hierro y petróleo. La solución se encontraría en un buen gobierno, transparente y justo. También intenta ayudar a nivel personal escribiendo artículos sobre el tema. Él no es del todo feliz porque está preocupado por el futuro de sus hijos. Si Mauritania estuviera más desarrollada él sería más feliz, porque el secreto de la felicidad es la justicia e igualdad entre la gente.




Nouakchott (ver en mapa)

08/04/2007:
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Ayer nos morimos de calor en la autocaravana pero hoy casi hemos pasado frío bajo una haima en la playa.

Llegamos a Nouakchott de noche y por seguridad dormimos en una gasolinera vigilada. Ayer a la mañana buscamos un lugar mejor donde acampar y después de tantear diversas posibilidades encontramos el albergue "Les nomades" que nos rebajó el precio de 9€ la noche a 3€. Nos quedamos en la autocaravana trabajando y escribiendo, pero el sol calentaba nuestra pequeña casa de valiente y llegando la temperatura a subir al mediodía hasta los cuarenta. No subió más porque arranqué el motor y activé el aire acondicionado un rato.

Cuando la temperatura disminuyó salí a pasear por Nouakchott y descubrí una ciudad que como Nouadhibou no tenía demasiado atractivo a excepción del movimiento de la gente de colores africanos y otros de magrebís, de los coches estropeados, de los burros y las cabras esquivando los coches (o el revés), de los vendedores de tarjetas de teléfono, de teléfonos robados (o cámaras), de fruta, de verduras, de huevos, de carne pálida, pan ... todo enmarcado en unos edificios sin carácter, unas calles asfaltadas (o no) y unas aceras cubiertas de arena o aceras hechas con caparazones de concha. Sí, quizás eso último sería el más destacable con respecto a la arquitectura.

Intenté contactar con algunos de los contactos que teníamos en Nouakchott pero las comunicaciones han sido inoperativas hasta esta mañana. Primero he llamado a Cristina, la coordinadora en Mauritania de Médicos del Mundo que nos habíamos encontrado llegando a Nouakchott. Me ha comentado que podíamos quedar hoy mismo por la mañana y nos ha pasado a buscar por el Albergue. Hemos ido a hacer un café en una bonita (pero cara) heladería y allí me he empezado a interesar por su trabajo, las acciones de la ONG que coordinaba y la situación en Mauritania.

Nos ha explicado que después de estar casi siete años trabajando en Mauritania para diferentes ONGs volverá en España en dos semanas para buscar un nuevo destino. De todas maneras se llevará un muy buen recuerdo de un país que ha definido como un enigma humana que vas descifrando poco en poco, una sociedad que vive en un país muy duro y árido pero que alberga una gente muy abierta, hospitalaria y con mucho tiempo para desarrollar consolidadas relaciones humanas. A pesar de todo, como todo país Africano arrastra muchos problemas de corrupción (a todo nivel), golpes de estado (hubo uno hace dos años que celebró elecciones hace una semana), pobreza y muchas carencias y problemas que las ONGs pueden ayudar a paliar. Por ejemplo todavía se practica la ablación aunque se están haciendo bastantes campañas para impedirla, hay relativamente poco Sida pero parece que ésta está aumentando, hay mucha tuberculosis, mortalidad materno-infantil ... Y contra estos dos últimos problemas sanitarios está luchando Médicos del Mundo, formando e intentando que se aplique correctamente el programa contra la tuberculosis y colaborando con centros de asistencia primaria.

A media conversación la ha llamado una amiga y hemos escuchado que la invitaban a ir a pasar el día en la playa. Ella ha aceptado dudando y en colgar nos ha preguntado si nosotros también queríamos ir. Contentos lo hemos dicho que sí, y ella, feliz también, nos ha confesado que por culpa del trabajo hacía casi seis meses que no se iba a relajar a la playa. Hemos vuelto a subir al todo-terreno de la ONG y después de pasar por la autocaravana y por su casa, nos hemos dirigido en compañía de otra pareja en otro todo-terreno hacia el norte de la ciudad y a las afueras hacia la derecha, por una pista impracticable con la autocaravana que llegaba hasta la playa. Allí había otros amigos (cooperantes, profesores, trabajadores de ambajadas,...) relajándose bajo una haima. Nosotros hemos levantado otra haima extendiendo una gran tela cuadrada de gruesa ropa sobre la arena, clavando unas seis estacas, atando unas cuerdas de las estacas a la tela y levantando la tela con cuatro apoyos en las esquinas y uno de más largo en el centro. Hemos extendido una estera y unas almohadas debajo y nos hemos reunido todos compartiendo comida, conversando y divagando mientras encarábamos una fresca y constante brisa marina.

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Al volver he tomado el pulso al mundo con Cristina pero al llegar a la autocaravana me he dado cuenta de que no había apretado el botón de grabar de la cámara. De todos modos, mi mala memoria ha conseguido recordar que según ella, el principal problema del mundo (y también en Mauritania) es pobreza, no sólo a nivel económico sino también educativo, sanitario, humano ... La pobreza se solucionaría si el dinero de la ayuda internacional se pudiera canalizar mejor y llegara íntegramente al destino. Personalmente, ella intenta que toda la ayuda proveniente de la ONG por la que trabaja llegue toda al destino.



09/04/2007:
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Mauritania,+Nouakchott,+camellos Mauritania,+Nouakchott,+camellos    


El día ha empezado muy mal, pero gracias a Dios ha acabado bien. Alexandra se ha despertado de mal humor y así ha seguido hasta que nos hemos encontrado con Bradwell, un norteamericano que Mohamet (un chico que habíamos contactado a través de Internet) estaba alojando. Bradwell nos ha comentado que Mohamet no había podido presentarse pero si queríamos nos llevaba a su casa. Alexandra no quería venir, supongo que por miedo a lo desconocido, y delante mismo de Bradwell hemos empezado a discutir. Finalmente Alexandra ha venido malhumorada, pero la discusión ha continuado delante de Mohamed, cuando éste nos ha ofrecido aparcar la autocaravana cerca de su casa y Alexandra se ha negado rotundamente. Entonces he saltado y le he dicho que con su actitud y falta de interés (o miedo) por las nuevas culturas estaba alterando un sueño que había tardado muchos años a empezar a realizar y que prefería pagarle el avión de vuelta a Rumania a seguir viajando así. La disputa se ha apagado un poco pero, cuando al mediodía hemos sacado la autocaravana del albergue para aparcarla a una plaza de arena cerca de la casa, Alexandra ha manifestado que no pensaba salir del coche los próximos días (supongo que por miedo a la gente del barrio) y la discusión ha vuelto a estallar con virulencia. He encendido el coche para llevarla realmente al aeropuerto pero Mohamed ha intervenido delicadamente y las aguas se han vuelto a calmar.

Parte de la primera discusión ha transcurrido en casa de Mohamed mientras esperábamos que volviera de arreglar su coche. La habitación, detrás de unas cortinas que daban a la calle, era espaciosa y cubierta por una gran moqueta azul medio desgastada. A un extremo había una gran cama de matrimonio que en su tiempo debería haber causado furor. En los alrededores había unos cuatro colchones donde nosotros estábamos sentados, también la madre - o quizás la abuela - que cuidaba diversos niños, algunos hombres y mujeres que entraban y salían de vez en cuando y una vieja estaba tumbada medio enferma. La televisión estaba encendida en todo momento, como si fuera una persona más a la familia. No es de extrañar pues, que una de las primeras cosas que haya hecho Mohamed cuando nos ha recogido y nos ha llevado a su habitación haya sido precisamente encender la televisión. Hemos empezado a conversar en francés y, después de preguntarnos si estábamos casados, nos ha explicado que él está casado con una mujer que espera un hijo, pero tiene un hijo de otra mujer con la cual si se hubiera casado habría tenido muchos problemas. Mientras una chica joven nos llevaba la comida - un arroz con pescado delicioso -, Mohamed ha seguido explicando que en Europa no hay tiempo para las relaciones, en cambio en Mauritania todo el mundo en el barrio se conoce, se vive en familia, relajado ... por lo tanto, según él, siempre se cumple la máxima que a más riqueza más infelicidad.

Poco después de mantener la segunda discusión en el aparcamiento de arena, Mohamed nos ha propuesto de ir a dar una vuelta con su mejor amigo y el coche que ya tenía arreglado. Este paseo en coche me ha cambiado el estado de ánimo y me ha inundado de felicidad, me he sentido a un verdadero viajero descubriendo su mundo en un coche medio estropeado, escuchando un cassette de música senegalesa y visitando las partes ricas de la ciudad, el movido puerto de pescado con sus bonitas barcas pintadas y unas dunas donde una familia que poseía una gran manada de camellos había acampado con sus haimas. Me ha dado la sensación que Alexandra también disfrutaba con la experiencia.



10/04/2007:
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Mauritania,+Nouakchott,+puerto+de+la+pesca     


Hoy por la mañana hemos ido al centro con Bradwell a cambiar euros y a visitar el museo de la ciudad (sin demasiado interés). Bradwell se ha mostrado muy interesado en nuestro viaje preguntándonos todo tipo de detalles técnicos y económicos. Después nos ha explicado que hace unos meses abandonó los Estados Unidos para viajar por Europa y algunos países africanos, pero a la altura de Mauritania se quedó sin dinero y se planteó quedar a vivir allí. La familia de Mohamed lo alojó con gran hospitalidad mientras él buscaba trabajo, y recientemente lo ha encontrado - será profesor de inglés -, pero todavía no tiene ni para pagar un taxi y cada día anda una hora para llegar al trabajo.

Al mediodía hemos ido a comer al restaurante que regentaba la familia y Mohamed nos ha traído el mismo menú de ayer. Pero hoy Mohamed ha estado contento, porque ayer cometimos el error de no acabarnos todo el arroz (Alexandra comió poco y yo tenía dolor de vientre), por la noche Alexandra comió muy poco y hoy por la mañana Alexandra ha preferido desayunar en la autocaravana en vez de desayunar con la familia.

Después de comer y de pasar un rato más con la familia, relajándonos, conversando, tomando el té y haciendo un par de entrevistas, hemos ido otra vez al puerto de pescado porque siendo el principal punto de interés de Nouakchott me quedé con ganas de descubrirlo con más profundidad y hacer más fotografías. En la playa había uno o dos centenares de barcas - o piraguas según llaman ellos - pintadas con vivos colores desgastados, pero había unas cuantas más ancladas en el mar y de seguro que bastantes más todavía pescando, porque durante mi paseo llegaron unas cuantas cargadas de pescado y se marcharon otras repletas de marineros cubiertos con impermeables amarillos. La playa era larga, por lo tanto no había actividad a en toda su extensión, pero cuando llegaba una piragua, chicos dirigiendo burros con carretas y mujeres con palanganas se congregaban alrededor bien ajetreados. Más dispersados había mujeres esperando con palanganas y grandes bolsas amarillas llenas de pescado, chicas jugando a la arena y el agua, pobres que se freían a la brasa pescado caído a la arena, hombres conversando tranquilamente mientras fumaban la pipa tradicional ... Fuera de la playa se vendía el pescado en grandes mostradores, se descargaba de camionetas para cubrirlo de hielo, se descamaba en otros mostradores en el aire libre ...

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Entrevisté a dos primos del Mohamed (él se mostraba reticente a salir delante de la cámara). Mariam opinaba que el principal problema en el mundo era la guerra de Irak debido a la gran cantidad de gente inocente que moría. No sabría encontrar la solución. El principal problema en Mauritania es la falta de trabajo. El gobierno tendría que encontrar soluciones y acabar con la corrupción. Mariam es feliz porque está con la familia y con la gente que ama pero sería más feliz si encontrara un hombre con dinero para sostenerla. El secreto de la felicidad es estar con una persona que amas y tener suficiente dinero para ser feliz.

Amadu opinaba que el principal problema del mundo son las guerras: en África se matan entre ellos, en el Irak los terroristas matan inocentes ... La solución se tendría que encontrar dialogando y con ayuda. El principal problema en Mauritania es la discriminación racial de los moros blancos hacia los negros. La gente con piel blanca acostumbraba a tener esclavos negros y todavía piensan que son mejores que éstos. La solución estaría en la religión y al pensar que hay un único Dios que nos creó a todos iguales. Amadu se sentía feliz porque tenía salud, familia y paz pero lo entristecía que los moros blancos por los que trabajaba no lo respetaran. Sería más feliz si pudiera recibir salario adecuado para ayudar a la familia. El secreto de la felicidad es vivir entre gente que amas y te aman.




Moudjeria (ver en mapa)

12/04/2007:
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Hoy ha sido un día muy intenso. La autocaravana atascada en la arena, Alexandra con un nuevo ataque de histeria con los niños pidiendo "cado" (regalos) y yo diciéndole que si no se tranquilizaba la enviaba del aeropuerto a Rumania. Por otro lado, hoy también hemos experimentado otra vez la grande y desinteresada hospitalidad Mauritana.

En cambio ayer fue un día bastante tranquilo, aunque también atascamos la autocaravana en la arena. Paramos para comer terraplén fuera de la carretera que parecía de arena compacta, pero al querer salir me di cuenta que las ruedas, al avanzar patinaban y se hundían en la arena, a cada intento más. Finalmente saqué la pala y saqué la arena de delante las ruedas y situé en frente unas planchas de plástico que había comprado con este objetivo. Pero las planchas de plástico se desintegraron en el primer intento de salir. Por el lado de la carretera encontramos neumáticos viejos qué utilizamos como planchas pero sólo adelantamos un poco. Entonces pasaron dos hombres con todo-terreno que nos preguntaron si necesitábamos ayuda y asentí agradecido. Sacaron unas planchas de metal y después de ponerlas correctamente conseguí salir por fin al asfalto. No parecía que hablaran francés (o no entendíamos lo que decían), pero dirigiendo la mano derecha al corazón exclamé Sucram (gracias en Árabe) y respondieron alguna cosa agradecidos por el cumplido.

Después del accidente seguimos circulando por la carretera ondulada, que subía y bajaba sin cesar por unas grandes dunas estabilizadas por brotes de hierba, matorrales y algunos árboles. Detrás casi cada duna había un pequeño pueblo o simplemente unas pocas casas de barro y tiendas. Nos fijamos que por los alrededores de la carretera había muchos animales muertos: camellos y bacas atropellados durante la noche. Parecían fuera de lugar las vacas paciendo entre las dunas, pero no tanto hacia el este, cuando apareció una gran extensión similar a una sabana árida. De todas maneras al oscurezer volvimos a presenciar las dunas, esta vez muy más menores pero extendiéndose hasta el horizonte.

Hicimos noche en la gasolinera de un pequeño pueblo porque queríamos llegar a Moudjeria de día con el fin de entregar un paquete que llevábamos de CCONG para la escuela del pueblo. Pero en al llegar al pueblo esta mañana y preguntar sobre la escuela nos han dicho que había dos. CCONG no nos había dado el nombre de ninguna persona - o bien nosotros no lo teníamos escrito o no lo recordábamos - así pues, cuando a la primera escuela nos han dicho que no conocían a CCONG o a Rafa - su responsable - hemos decidido ir a probar suerte en la otro escuela. Pero el director de la otra escuela tampoco parecía conocer a Rafa aunque ha hecho ver que lo recordaba ligeramente. Entonces le hemos comentado que llevábamos un paquete para su escuela y nos ha dicho que iría muy bien, porque tenían poco material didáctico, no tenían mesas o sillas, necesitarían cuatro aulas nuevas, también se tendría que mejorar el comedor ... De todas maneras le hemos dicho que el paquete era pequeño. Lo hemos ido a buscar a la autocaravana que habíamos aparcado delante de la escuela (circulando por un camino de arena), hemos vuelto con el paquete y lo hemos abierto delante del director, que ha arqueado extrañado las cejas cuando hemos extraído una veintena de camisetas del barça y dos paquetes de gafas de sol (productos regalados por dos empresas a CCONG).

Después de abrir el paquete sorpresa, el director nos ha ofrecido aparcar delante de su casa, pero al intentar tirar la autocaravana atrás las ruedas de delante han patinado y se han hundido profundamente en la arena. Antes de poner en marcha el motor ya se habían congregado unos cuantos niños en torno a la autocaravana pidiendo "cados" (regalos), pero a partir del accidente nos hemos convertido la atracción del pueblo y han aparecido muchos más niños manifestando que no saldríamos de allí si no les dábamos "cados". Yo no les he hecho caso y he empezado a sacar la arena de las ruedas con la pala, pero los niños seguían golpeando la ventana de Alexandra que no sabía soportar la situación hasta que ésta ha explotado con histeria, hecho que la ha convertido en el centro principal de atracción generándole sucesivas crisis de nervios chillando que no había regalos, que sólo repartiría regalos si se alejaban, que estaban rompiendo la autocaravana ... Mientras tanto, yo y algunos otros chicos que me han ayudado hemos conseguido recopilar algunas planchas de metal que hemos puesto bajo las ruedas (pero no ha sido suficiente), hemos desinflado los neumáticos (tampoco ha sido suficiente), hemos levantado la autocaravana con el gato la rueda con menos tracción y hemos puesto bajo una de las planchas de metal (idem) y finalmente, después de dos o tres horas sudando bajo las demandas de cados y los gritos de Alexandra, se ha aproximado uno todo-terreno de la gendarmería que ha accedido a estirarnos y a sacarnos del agujero.

Hemos aparcado delante de la tienda de comestibles del director, pero los niños y chicos han seguido pidiéndonos "cados" a cambio de su ayuda. Al final he sacado una caja de 36 rotuladores y los niños han enloquecido a mi alrededor. Uno de los chicos ha visto que mi integridad corría peligro y se ha ofrecido a repartirlos él y le he pasado la responsabilidad. Minutos más tarde, he observado desde la tienda donde me estaba relajando con un refresco cómo los niños se dispersaban entre peleas y llantos por culpa del reparto. El director me ha ofrecido comer con ellos - arroz con verduras - y he aceptado agradecido porque prefería no aproximarme a la autocaravana, ya que a dentro, Alex continuaba con su histeria, esta vez para tener la autocaravana limpia como una patena.

Después de comer, un chico que se ha presentado como guía turista ha empezado a preparar un té al estilo tradicional (de un gusto fuerte y con mucha espuma). Mientras tomábamos el té, el chico, que se decía Bilal, me ha ofrecido guiarnos por algunos puntos de interés de la zona, pero el precio que me ha comentado me ha parecido demasiado elevado y he dejado pasar el rato. Finalmente el chico ha aceptado guiarnos a cambio de hacerle buena publicidad a Internet (Bidal Hamed - Tel: 7459480) y de un regalo. Alexandra ya se había tranquilizado un poco y Bilal ha subido a la autocaravana para dirigirnos hacia una carreterita que enfilaba la montaña delante de Moudjeria. Desde encima de la montaña el paisaje era impresionante, con la villa a los pies y una extensión de dunas que desaparecía entre una tormenta de arena que disminuía. Un poco más arriba Bilal ha hecho detener la autocaravana y me ha guiado a pie entre algunas dunas y rocas hasta los escombros del antiguo poblado de Moudjeria habitado hasta 1900. Y un poco más allá me ha mostrado una pequeña pintura rupestre que él había descubierto. Al volver hacia la autocaravana Bilal me ha preguntado porque Alexandra no nos había acompañado y le he contestado:
- Es que las rumanas son un poco locas.
- Sí, pero también muy guapas - ha añadido en Bilal.
Hemos seguido la carretera hasta el siguiente pueblo, en medio de un grande oasis en el que se cultivaba de todo (según el chico) y hemos vuelto por la misma carreterita aunque nos hemos detenido antes de entrar en Moudjeria, en una fuente oculta entre las rocas de un estrecho valle. En Moudjeria hemos paseado un poco por el pueblo y me ha invitado a jugar a un típico juego, similar a las damas, que se juega en la arena con palitos y pequeñas cacas de camello como piezas.

Bilal nos ha propuesto de ir a saludar a su madre después de plegar en la mezquita. Mientras lo esperábamos he aprovechado para ducharme, pero algunos niños seguían chillando fuera pidiendo "cados" y, incluso uno de ellos ha intentado abrir la puerta. Entonces he abierto la puerta en pelotas y los he chillado que el coche era nuestra casa y que no nos podían molestar así. Esta vez, las madres que había a la vista deben haber reñido a los niños porque no nos han vuelto a importunar.

Hemos ido a casa de Bilal, que nos ha presentado a su madre y nos ha empezado a preparar de forma muy parsimoniosa el té tradicional. Se ha ido haciendo oscuro y hemos acabado bebiendo el té bajo la luz de las estrellas o de las linternas - la electricidad no llegará al pueblo hasta el 2008- . A continuación Bilal nos ha traido cena, un gran plato de pasta con judías que hemos comido ávidamente con las manos. Durante todo el rato Bilal nos preguntaba sobre la mejor manera de obtener el visado para Europa y si nosotros le podíamos ayudar. De postres nos han traido leche de cabra, acabada de ordeñar, caliente y espumante, que he degustado no del todo seguro. Y finalmente, poco antes de ir a dormir, Bilal ha hecho aparecer de la oscuridad un bubu, un vestido masculino típico de Mauritania, que me ha regalado - por la Mañana habían visto que Alexandra también llevaba el velo, el vestido típico que le había regalado la familia del Mohamed de Nouachott -.




Ayoune (ver en mapa)

13/04/2007:
Hoy me he dado cuenta con más realismo de que será complicado cruzar toda África y Asia con una autocaravana y que hay bastantes posibilidades que aparezcan problemas que nos lo impidan, aunque siempre intentaré evitar el máximo los problemas y solucionar los que surjan.

Todo iba bien, avanzando entre dunas, montañas y semi-sabanas, cuando a un centenar de kilómetros de Ayoune, la carretera, que hasta entonces era excelente, se ha empezado a resquebrajar y agujerear delante nuestro. He ido aflojando la marcha, esquivando los primeros agujeros, pero cada vez aparecían más agujeros, profundos y llenos de arena. A pesar de los consejos de Alexandra no he reducido suficientemente la velocidad y al final me ha sido imposible evitar unos grandes agujeros que han aparecido delante nuestro. La suspensión ha estallado con fuerza y Alexandra me ha hecho parar. Goteaba un poco de agua de no sabíamos donde. No he querido dar importancia y hemos seguido la marcha, con una precaución que no ha impedido que volviéramos a sacudirnos con violencia alguna vez más. Entonces hemos vuelto a parar y hemos descubierto que chorreaba agua en abundancia por un tubo de desagüe y en un minuto se ha vaciado el depósito de las aguas limpias del habitáculo. Eso significaba no poder ducharnos a la noche, tener que buscar agua al día siguiente y encontrar qué había causado el problema y solucionarlo. Mientras encaraba la situación preocupado ha parado una gran moto al lado con una pareja encima.

Enseguida me he fijado, por el logotipo que tenían en la moto, que había visitado su web antes de iniciar el viaje: www.porelmundoenmoto.com. Nos hemos presentado y nos han explicado que hacía unos 5 años que viajaban por todo el mundo. Ahora habían estado viajando por África del Oeste pero estaban volviendo porque se les acababa el dinero. Pensaban trabajar unos meses en España y después seguir el viaje hacia Asia. Hemos comentado que quizás nos reencontraremos cuando volvemos de África, pero no hemos conversado demasiado rato más, porque nos encontrabamos en medio del nada, en una carretera malísima, y las dos partes teníamos ganas de llegar al destino antes de la negra noche.

Hemos vuelto a subir a la autocaravana y mucho más lentamente hemos seguido la marcha por la arena y entre los agujeros en el asfalto. Cuando la carretera ha mejorado ya se había hecho de noche. Por suerte hemos seguido poniendo mucha atención en la carretera, ya que por poco no estoy a tiempo a frenar delante de dos profundas grietas en el asfalto que hemos evitado circulando por la arena del lado. Al llegar a Ayoune he encontrado el problema del agua: se había destapado el tapón del fondo del depósito del agua. Nos hemos duchado tirándonos un poco de agua potable por la cabeza con la esperanza de que mañana conseguimos cargar los cien litros y solucionamos definitivamente el problema, sólo uno de los problemas, porque mañana aparecerán muchos más al cruzar la frontera con Malí.



Mali

Middle of nowhere (ver en mapa)

14/04/2007:
Mali,+Camino+a+Bamako Mali,+Camino+a+Bamako


Al final no hemos tenido problemas al salir de Mauritania ni al entrar en Malí, simplemente un poco de burocracia y pequeñas incidencias, pero supongo que eso es normal. Unos 100 kilometros antes de llegar a la frontera, un gendarme nos ha preguntado en un control si lo podíamos llevar hasta la frontera. Supongo que era mejor no negarse, de todas maneras ha ido bien, porque durante el trayecto hemos mantenido una conversación animada y nos ha comentado que no era necesario dar ninguno regalo o "cado" para cruzar la frontera. Así pues, cuando un oficial de la policía me ha pedido en una pequeña habitación lóbrega que le tenía que entregar un regalo, yo me he negado con seguridad, informándole de que el gendarme que habíamos llevado nos había comentado que sería innecesario. Ha parecido confundido, pero ha añadido que la gendarmería y la policía eran cuerpos diferentes. Finalmente, después de acompañarme hasta el coche, se ha convencido de que no le entregaríamos nada y se ha dirigido a unos senegaleses que habían llegado por el otro lado.

Hemos seguido por la misma buena carretera sin estar convencidos de haber cruzado la frontera de Malí, ya que no habíamos comprado ningún visado aunque un policía con un uniforme de un verde diferente nos había dado la bienvenida a Malí. Hemos continuado intrigados mientras nos cruzábamos pequeños poblados de casitas redondas hechas de barro, manadas de vacas con joroba y enormes cuernos y estepas de hierba alta y árboles esparcidos, algunos de los cuales deduje que eran baobabs. Finalmente, después de un centenar de kilómetros nos hemos encontrado la aduana. Allí hemos cambiado dinero, comprado el visado, comprado el seguro del vehículo ... y al finalizar al cabo de un par horas hemos seguido la marcha. En la carretera nos hemos encontrado siguiendo un camión todo-terreno francés con quien nos habíamos saludado en la frontera. En el próximo poblado se ha detenido y nosotros lo hemos hecho detrás. He salido a conversar y el hombre nos ha comentado que estaba viajando solo por África del Oeste. Nosotros también le hemos explicado nuestros planes y ha hecho un gesto de sana envidia. Después nos ha informado de que seguramente dormiría por el camino, antes de llegar a Bamako, ya que no había ningún peligro. Nosotros le hemos dicho que seguramente también lo haríamos y así lo hemos acabado haciendo, aparcados entre los arbustos de la sabana.




Bamako (ver en mapa)

15/04/2007:
Mali,+Camino+a+Bamako


Hoy hemos empezado a probar la verdadera África y un poco de lo que nos espera a partir de ahora. Estoy escribiendo estas líneas a 40 grados a fuera de la autocaravana (ya son las 9 de la noche) y 35 grados dentro. Alexandra dice que se está muriendo, pero yo lo soporto bien, seguramente porque estoy bebiendo mucha más agua que ella, que hace sudar y refresca. Por otro lado, esta mañana, hemos estado circulando por una pista de tierra terrible porque todavía estaban construyendo la continuación de la pista asfaltada. Ya estábamos informados de esta pista, por eso la hemos encarado con lentitud y paciencia. Pero eso no ha evitado que la autacaravana vibrara alarmantemente con las rugosidades interminables de la carretera. Para evitar las vibraciones, a veces tomábamos caminos paralelos, con grandes agujeros pero más lisos. De todas maneras, estos caminos a veces se acababan repentinamente y las pasábamos negras para no tocar al suelo y volver a la "carretera". Al cabo de unos cuarenta kilómetros de pista y una hora y media de conducción nos hemos detenido para evaluar los daños: diversas botellas de agua se habían resquebrajado por la vibración o el calor, el depósito del lavabo se había desplazado, había un cajón que no se abría y Alexandra había perdido los nervios asegurando que con estas carreteras no llegaríamos ni a África del Sur. Por suerte, al cabo de tres horas y un total de 80 kilómetros recorridos se ha acabado el tormento de la carretera, hemos comido sofocados a la sombra de un árbol y hemos seguido hasta Bamako.

En Bamako hemos empezado a buscar aparcamiento para pasar la noche. Un hombre con camiseta y pantalones andrajosos nos ha querido ayudar y ha ido corriendo delante de la autocaravana mostrándonos diferentes albergues y misiones pero todos los precios eran demasiados caros (próximos a los 10 euros). En uno de ellos nos hemos entretenido un buen rato esperando si llegaba el amo y podíamos negociar el precio, pero se estaba haciendo oscuro y al final hemos decidido buscar por nuestra cuenta o ir a dormir fuera de la ciudad. Hemos pagado al hombre con uno dólar y unas gafas de sol y, a pesar de mostrarse descontento, nos ha informado de que podíamos aparcar en el aparcamiento de un lujoso hotel.

Nos hemos dirigido por una de las calles sin asfaltar y al girar a la izquierda nos hemos encontrado de cara con un policía que nos ha hecho detener muy severamente. Me ha informado de que estaba circulando en dirección prohibida y me ha pedido el pasaporte y documentación del coche. Evidentemente querían cobrar alguna propina pero yo no estaba dispuesto y le he informado de que no tenía dinero y que me podía poner la multa. Me ha advertido que tendríamos que ir en la comisaría pero yo le he pedido que antes quería ver la señal de prohibición, porque sinceramente no la había visto. Me ha hecho subir a su motocicleta y hemos enfilado la calle por donde había salido, pero no se ha detenido en la calle por donde había girado y se ha parado a la siguiente donde sí que había una señal de prohibición. Me ha dicho:
- ¿Ves? Está prohibido de circular por la calle en la dirección que has conducido.
- Sí, pero en la calle de donde venía no hay ningún signo de prohibición.
El policía seguro de que ya lo sabía, porque no me ha acompañado a ver si realmente no había señal. Finalmente, después de discutir un rato más al puesto de control, el oficial me ha devuelto los papeles de mala gana.



19/04/2007:
Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako
Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako Mali,+Bamako
Mali,+Bamako Mali,+Bamako    


No creo que Alex haya conocido Bamako. Ha continuado buena parte del tiempo encerrada en la autocaravana, sudando - como yo - debido a las extenuantes temperaturas. Ha descubierto un par de vuelos a Europa desde Bamako, pero a pesar de ser económicos se ha convencido de que quiere seguir el viaje conmigo. Espero que lentamente se vaya enamorando de África y sea capaz de apagar este estrés que se tensa al interactuar con el continente. Yo, por mi parte ya hace tiempo que me estoy dejando cautivar por África y que intento conocerla con mucho respeto.

He estado paseando por las calles y mercados de Bamako, admirando el caos de colores, ruidos y supongo que de olores, aunque desgraciadamente no tengo olfato para contrastarlos. Aunque la ciudad tiene un inmenso espacio - una telaraña de calles y pasajes - dedicados a un constante mercado, el resto de la ciudad está repleto de vendedores: de tarjetas de teléfono (igual que en Mauritania), de pocas frutas, de cacahuetes, pastas, comida guisada en las aceras, de bolsitas de agua potable - o no -, de tabaco, de bolsas de plástico, de ropa, de toallas, de trapos, de gafas de sol, de cd o cintas de cassette, de dinero de los cambistas, de tampones de oficina, de diarios ... También se ve bastante pobreza (Malí es el cuarto país más pobre del mundo): mujeres con criaturas pidiendo caridad, niños con pequeños cubos hechos con tarros de lata pidiendo regalos, viejos ciegos guiados por lazarillos ... Por el asfalto y por las calles de tierra y roca circulan muchas motocicletas, también coches estropeados y otros de lujosos y unas oxidadas furgonetas verdes que transportan arriba y abajo asfixiados pasajeros que intentan respirar sacando la cabeza por las ventanas sin cristales. Por otro lado, la ciudad, aunque sucia, es interesante por la gran cantidad de árboles haciendo sombra en coches y motos aparcados con desorden y a vendedores entre éstos. Detrás de los árboles se pueden observar los edificios, algunos de estilo colonial pero sin carisma, de uno o dos pisos y llenos de carteles sencillos anunciante los diferentes negocios.

En uno de estos edificios subimos por una escalera polvorienta y a continuación continuamos andando por un pasadizo de baldosas sueltas. Nos detuvimos delante del cartel decolorado que indicaba "Embajada del Níger a Malí" y empujamos una puerta que chirrió. Dentro, el frescor del aire acondicionado y el agua de nos ofreció una mujer indecisa nos aportó un poco de energía. Le manifestamos nuestra intención de tramitar el visado para el Níger y nos entregó unos impresos que completamos y al cabo de media hora llegó un eficiente cónsul que acabó del trabajo. Alexandra, que tiene pocas páginas blancas en el pasaporte, le preguntó si podía enganchar el visado en una página llena de sellos de países Europeos y el cónsul, sin poner ninguna objeción, tapó los sellos con el adhesivo del visado. Después le preguntamos si podríamos tramitar el visado de Nigeria sin problemas desde el Níger y asintió con seguridad. También nos aseguró que en Bamako no había embajada de Angola (un país del cual puede ser complicado obtener el visado). Por lo tanto, nos encontramos con que en una sola mañana habíamos resuelto lo que pensábamos que tardaríamos una semana. Aun así, decidimos quedarnos hasta el viernes o al fin de semana, porque yo quería acabar de descubrir la ciudad, teníamos que trabajar un poco con Internet, teníamos que comprar algunas cosas (un ventilador para el calor, unas planchas para poder salir de la arena, fruta tropical, agua...), y también nos teníamos que encontrar con una chica.

Nos encontramos con Melisa en el Centro Cultural Francés, donde cenamos y asistimos a un interesante concierto. Mientras cenábamos en el patio de arcadas con un jardín central, grandes ventiladores en el techo, confortables sillas y sofás, clientes blancos y camareros negros, me sentí transportado a la época colonial, sobre todo por el contraste que se respiraba fuera. Melisa, de origen canadiense, nos explicó que trabajaba de voluntaria en la organización Right to Play. Creo que Alexandra intimó más que yo con ella, supongo que su presencia occidental era un bálsamo a las emocionantes experiencias que estábamos viviendo. Después de la cena abarrotamos una sala donde un grupo haitiano llamando Bélo consiguió que las butacas se hicieran incómodas debido al ritmo que te inducía bailar. Los próximos días nos reencontramos con Melisa en su barrio. De hecho movimos la autocaravana cerca de donde ella vivía, por que aparte de parecer seguro, nos echaron del aparcamiento del hotel donde nos habíamos acomodado sin pagar. Volvimos a quedar en un restaurante económicos y tradicionals, en un moderno local pintado a rayas rojas y blancas, y en una terraza donde conocimos a algunos de los amigos de Melisa: unos estirados marines de la embajada americana, unas chicas americanas que coqueteaban con cualquiera y unos trabajadores Sudafricanos blancos, con uno de los cuales quedamos para encontrarnos en tres o cuatro meses al llegar en su país.

No ha estado hasta esta mañana que he visitado a fondo el mercado que se extendía por una larga calle y las adyacentes. Los días anteriores me había acostumbrado al ambiente caótico de Bamako y eso me ha ayudado a moverme con confianza entre chicos y hombres corpulentos y altos que vestían ropa vieja de estilo europeo, igual que las chicas, voluptuosas y con el cabello corto y trenzado, mucho más destapadas que en los países anteriores. Todos ellos, junto con mujeres mayores y grandes y hombres vistiendo ropas anchas y ligeras, compraban o vendían en pequeñas paradas o tiendas de todo tipo: verduras, frutas tropicales, carne arrebozada de moscas, pescado seco, bebidas, cajas, ropa, colchones, motocicletas, trastos ... La gente era simpática, de vez en cuando me paraban para intentarme vender algo o simplemente para darme conversación, preguntándome qué buscaba, sobre mi origen o sobre mi opinión de Malí. De todas maneras, algunas veces, al pararme a hacer alguna foto enfocando sobre el mercado en general o sobre alguna escena en particular, alguna voz lejana y fuerte parecía protestar. Así pues, más tarde, cuando una voz en mi lado ha chillado "no!” he alzado de nuevo la cámara, me he girado y he preguntado:
- ¿Por que no?
- Porque entonces volverás a tu país mostrando que Malí es sucio y pobre.
- Que no, Malí es muy bonito, mira esta escena - he indicado al hombre atrayéndolo hacia mí - está llena de colores, de actividad y de caras sonrientes.
El hombre ha parecido convencido y después de tomar la foto, se ha empezado a interesar sobre mí y finalmente me ha dejado hacerle una foto con su parada de ropa de fondo.

Por la tarde nos hemos dirigido al otro punto de interés de la ciudad (el primero son los mercados): el punto G, enfilado en una montaña desde donde se puede contemplar toda la ciudad a los pies, medio-ocultada por la contaminación. Sorprende, igual que desde dentro, la gran cantidad de árboles que cubren Bamako y al fondo el gran río Niger que cruza ignorado por la ciudad.




Segou (ver en mapa)

21/04/2007:
Mali,+Segou Mali,+Segou Mali,+Segou Mali,+Segou Mali,+Segou
Mali,+Segou Mali,+Segou,+creando+un+tampón+de+oficina Mali,+Segou+(Campament+Bozo) Mali,+Segou+(Campament+Bozo) Mali,+Segou 


Hemos pasado un día muy agradable a Segou. Ayer al mediodía salimos de Bamako y llegamos a Segou cuando ya oscurecía. Aparcamos en una gran explanada cerca del río Níger, donde los lunes se celebra el mercado, y esta mañana hemos salido a pasear por el pueblo que se extiende apaciblemente a lo largo del río. En la orilla del río había diversas mujeres y chicas lavando ropa, algunas de ellas con el torso descubierto; algunos chicos pescando con caña o red; y al fondo, algunas piraguas con más pescadores. Se nos ha acercado un chico que ya habíamos encontrado ayer y nos ha pedido si queríamos visitar la otra orilla del río u otros interesantes lugares de Malí. Le hemos comentado que después hablaríamos y hemos seguido la caminata solos. Hemos vuelto por la calle principal del pueblo, saludando a la gente tranquila echada a la sombra de grandes árboles o de antiguos edificios coloniales. Al llegar a la autocaravana se nos ha vuelto a acercar el mismo chico de antes, y después de negociar un buen rato hemos acordado que por la tarde nos llevaría a la otra orilla con una piragua y nos guiaría por dos pueblos, todo por unos 8 euros.

Me ha costado convencer a Alexandra, pero al final también ha subido a la piragua, con cara de espanto, ya que no sabe nadar y tenía pánico a naufragar. Al cabo de poco rato hemos llegado al "campamento Bozo", un pueblo de pescadores nómadas. Según nos ha explicado Abdoulaye, nuestro guía, los pescadores emigran del pueblo durante tres meses el año para pescar a lo largo del río Niger y vendiendo el pescado a diferentes poblados. Hemos entrado en el pueblo de casas de barro y otras de paja y un grupo de niños nos ha salido a recibir. Enseguida han perdido la timidez, nos han tomado las manos - o dedos, porque no teníamos bastantes manos para todos los niños -, han admirado interesados nuestra piel blanca y nos han empezado a guiar por el pueblo, saludando a mujeres que preparaban comida para los peces y hombres que arreglaban trampas para peces, redes o preparaban anzuelos, clavando trozos de jabón como cebo.

A la salida del pueblo me he dado cuenta de que en vez de dirigirnos al segundo pueblo estábamos volviendo a Segou. Se lo he hecho notar al guía, éste ha hablado con el barquero y finalmente nos ha comentado que iríamos a Segou a buscar a otros turistas y después volveríamos. Pero en Segou he perdido la pista de Abdoulaye y la piragua no ha vuelto a zarpar. Me he molestado. He ido a la oficina de guías, que estaba vacía, y me he empezado a quejar a algunos chicos que reposaban bajo un árbol próximo, comentando que si no solucionaba el problema con Abdoulaye iría a la policía a denunciarlo, y para que quedara claro, he escrito todos los datos de la oficina en una libreta. Han enviado a diversos mensajeros a encontrar Abdoulaye que ha aparecido al cabo de dos horas, mientras estábamos tomando el te con unos chicos que se había encontrado Alexandra. Hemos ido a la oficina y después de hablar con el secretario de la organización hemos acordado que me devolverían unos dos euros, aunque han culpado al barquero del malentendido.

Por la noche, los chicos que se había encontrado Alexandra y Abdoulaye se nos han disputado para acompañarnos a una discoteca, muy cara según los precios a los que estábamos acostumbrados pero gratis para nuestros acompañantes, los nuevos amigos del Alexandra. La música era africana, con un ritmo cambiante que sólo se podía bailar de una manera extravagante. Cuando el ambiente se ha animado hemos salido a bailar intentando mover el cuerpo con movimientos anchos y rápidos, como lo hacían ellos, de todas maneras no hemos tardado a marcharnos. De vuelta a la autocaravana nos hemos encontrado a Abdoulaye durmiendo sobre una manta en la calle: no había encontrado a nadie a quien guiar hasta la discoteca.





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